viernes, 3 de agosto de 2012


Eran besos envenenados, puesto que despues de desligarse de sus labios caia enfermo y pedia mas de ella; era una caricia la que faltaba, gritaria por tenerla y cuidarla . Se estaba despidiendo con néctar y el no lo sabia, era el adiós que necesitaba, se estaba volviendo un adicto mientras que su amada pedía el suspiro que su cuerpo le estaría dando.
No era mas de lo que cualquiera hubiera dicho o hecho otro, mas ciego de su amor no veía la verdad que se le presentaba. Palabras calladas, ignoradas y azotadas en el silencio, como perfectos desconocidos encubriendo lo inevitable bajo el tapete.
Hundirse en un sopor embriagante para huir y no verla, creer que jamas desaparecería y quedaría guardada como eterno resplandor de belleza sublime; el deseo de mantenerla en la memoria y no soltara nunca. Se trataba de callar el suplicio, y sonreír mientras el tiempo estuviera a sus disposcion.
Pone notas en su mente, diciendo no lastimarla ni reprocharle las cuestiones del destino.
¿Como tratarla?Si una palabra se detonaria desde la mecanica en el interior, peor que la muerte, sus lagrimas.
Decirlo o no. Cuestiones egoistas en las cuales se convencia, nadia lo negaria, el la amaba con todo lo que quedaba de su corazon.
Tan lejano era el día en que estallaran las lagrimas y la realidad se presentara con un golpe en la cara, cruda y cruel, sincera en el letargo. Soltara las penas cuando el vendaval se lleve los recuerdos junto a las penas disueltas en alcohol, sabra que su nombre sigue en el frio de aquella piedra abandonada y los ósculos han sido congelados por sus errores.
A la distancia, pero una madrugada llego tocando la muerte y abrio sus alas para dejarlo todo atrás. La encontro inmóvil, calida como tantas otras veces, y su mano sostenida decia ''hasta luego''. Era el fin de las caricias de media noche, el ocaso de dos amantes que colapsaron.-

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